La paz es un valor que trasciende de la esfera personal, incide en nuestras relaciones interpersonales, se visualiza de forma holística a fin de garantizar el disfrute efectivo de los derechos humanos. Los conflictos se generan por la desigualdad, la vulneración de un determinado derecho, pues bien, uno de los pilares de la democracia es el respeto de los derechos humanos.
De acuerdo a Amnistía Internacional 89,2 millones de personas han sido desplazadas en el año 2021 por conflictos, violencia, persecución y violaciones a los derechos humanos. Se reportan en Ucrania, 7 millones de personas desplazadas internamente; por su parte, Afganistán reporta 3,5 millones de personas desplazadas internamente y en Etiopía 20 millones de personas que requieren de ayuda humanitaria. Estos datos reflejan los efectos de las guerras en los derechos humanos y en el proyecto de vida de cada persona, sin mencionar los daños psicológicos que presenten por la guerra y las vulneraciones a las cuales deben enfrentarse.
Para el ex Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Javier Pérez Cuellar, la paz “debe comenzar en cada uno de nosotros. A través de una reflexión introspectiva y seria sobre su significado, se pueden encontrar formas nuevas y creativas de promover el entendimiento, la amistad y la cooperación entre todos los pueblos.” Como parte de las nuevas formas puede indicarse el diálogo como herramienta para construir canales de comunicación que permitan conocer las diferentes inquietudes, necesidades y posibles soluciones desde la perspectiva de todas las partes involucradas.
La agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2015, en su objetivo número 16 denominado Paz, justicia e instituciones sólidas, se establece para los Estados trabajar en la construcción de instituciones sólidas y responsables en la búsqueda de respuestas a las peticiones de las partes.
El 15 de enero de 1998, la Asamblea General de las Naciones Unidas, adopto la resolución 52/13 de denominada cultura de paz, se centraba en trabajar con valores, comportamientos que invitaran a ensalzar los principios de libertad, justicia y democracia bajo tres ejes como son los derechos humanos, la tolerancia y la solidaridad. Uno de sus objetivos era dotar a la población de capacidades de diálogo, meditación y formación de consensos.
El presente año de conformidad a la Organización de las Naciones Unidas es declarado el año internacional del diálogo como garantía de paz. Se invita a las naciones a trabajar en la paz a nivel mundial a fin de erradicar la violencia. No obstante, cada uno de nosotros desde los diferentes espacios de interacción estamos invitados a ser agentes de paz a través del diálogo.
El diálogo es importante para la resolución de conflictos, pero requiere de las personas intervinientes una escucha activa que permita entender el mensaje del interlocutor y analizar lo que se está diciendo y comprender más allá del enojo, frustración y tristeza cuál es el verdadero interés para trabajar en la búsqueda conjunta de soluciones que permitan ganar-ganar.
Por ello, estamos llamados a verificar nuestra respuesta a los conflictos familiares, laborales, académicos, sociales, entre otros. La paz es un anhelo de todas y todos que propicia el desarrollo de la persona en su individualidad como en sociedad. Que este año sea una oportunidad de construir mejores relaciones a través del diálogo y potenciar espacios de comunicación con argumentos basados en los derechos humanos, la justicia e integridad.